LA ALFORJA DE UN AMIGO
Después de algún tiempo y de
numerosos sucesos en la ciudad de la neblina (Chachapoyas), sorprendido y
anonadado de la muerte de un maestro, con quien compartí trabajar nueve años
(Víctor Manuel Arellanos Mendoza), al margen de la tristeza me apoyo en el
deseo de escribir estas líneas, a la par hacer remembranza a los tejidos de las
mujeres de la zona rural de las provincias de la región Amazonas. Revisando
fotografías de albunes digitales, coleccionados de años atrás, encontré una
fotografía especial; la alforja y el paño de manos, tejidos por mujeres cuyo
aprendizaje fueron heredados por sus madres y abuelas. La alforja era uno de
los tejidos favoritos del maestro Victor. Recuerdo que por el camino de
Lucmaurco lo encontraba cargado su alforja camino a la comunidad de Inguilpata,
para que el día lunes se encontre con los estudiantes de su colegio, yo aun
pequeño observaba los abrazones que se daban con mi padre (José Belermino) y a
mi un fuerte estrechón de manos, diciéndome “rápido creces, estudia”, saber yo
que iba a ser su colega, siempre sonriente, vestido de pantalón azul, camisa
blanca y llanques, al despedirse levantaba la mano y se marchaba revolviéndose
por la fila camino al Puente y luego de tomarse una chicha fresca y un descanso
tenía que caminar la cuesta a su comunidad; esta escena me hace recordar lo que
decía Félix María Samaniego:
En una Alforja al hombro
Llevo los
vicios:
Los ajenos
delante,
Detrás los
míos.
Esto hacen
todos;
Así ven los
ajenos,
Mas no los propios.
Sabe Dios que llevaba nuestro
maestro, a lo mejor delante el deseo de tener grandes estudiantes y detrás sus
sueños, motivaciones, el deseo de una gran familia, pero seguro estoy que a su
regreso traía choclos, frejoles, duraznos y manzanas que en la comunidad se
sembraba. Resalto la importancia de este tejido artesanal, si hoy volviésemos a
incrementar su uso, seguro es que la bolsa plástica se desecharía. Es usada
tradicionalmente desde la antigüedad como complemento asociado a las caballerías
(burros, mulas, caballos), fabricadas en diversos materiales, desde los tejidos
naturales hasta los plásticos, suelen tener forma cuadrada con una solapa en su
abertura superior. Recipientes dobles en su origen, van indistintamente sobre
las ancas de la caballería, el cuello del animal, o sobre el hombro del campesino
y de alguien que practica el chaccheo (acción de coquear en grupo: en las
faenas comunales, pesca, caza o en reuniones amicales o velorios). Por
extensión se llama así a las bolsas sujetas a la silla o asiento que se usan en
motocicletas y bicicletas para llevar equipaje. Nuestra cultura lo plasmó como
un modelo único, hecho de algodón o lana de oveja, la confección es en tejido a
callua, muy a menudo de color blanco con azul o blanco con rayas verticales de
colores.
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